1968...Mayo Francés


En Foco, para la Revista Puebla
Mayo 2016
Mariana Thomsen

En el 2017 se cumplió el  cincuenta aniversario de la muerte del  Che Guevara en Bolivia (9/10/1967). Este hecho marcó el inicio de una serie de acontecimientos, que según Ricardo Ribera,  marcaron  un año histórico.  

Pues, si, 1968 fue un año histórico. El escenario montado para proponer al guerrillero cómo un agente emergente de un mundo bipolar, de una lucha entre el bien occidental y el mal oriental (¡¡¡comunista!!!) generó otra mirada de la esperada. No es para menos. Estamos hablando de casi veinte años después de la Carta Declaración de los Derechos Humanos promulgada por la ONU y firmada por algunas naciones. Un documento qué explicitaba nuestros derechos irreductibles, inalienables e indivisibles, por tanto versaban de sus componentes civiles, políticos y sociales en la misma jerarquía. Sin embargo los hechos marcan qué aún faltaba mucho por acceder a estos. Y acceder se refiere a las garantías que debe rendir el Estado a sus ciudadanos para ser plenos.
No es un dato menor. Las potencias seguían luchando por hacer de los territorios y de las personas rehenes de sus sistemas.  La realidad cantaba estas coyunturas: enfrentamientos bélicos entre potencias en otros territorios (Vietnam por ejemplo), la descolonización de África, la fabricación de armas, la imposición de determinados gobiernos según sean impulsados por la CIA o la KGB en países tercermundistas, etc.  Faltan pocos años para qué el Estado Benefactor sea destruido y el neoliberalismo se imponga como el sistema salvífico. 
Sin embargo desde la muerte del Che Guevara hasta la aparición de Internet solo transcurre un año y medio aproximadamente. Quizás por eso las luchas y los reclamos de los pueblos también acapararon la virtualidad actualmente, concebida en un primer momento por el sistema norteamericano de defensa y qué hoy en día cualquier ciudadano accede a saber lo que sucede en otra parte del mundo. 
El fenómeno se explica porque en 1968, muchos de esos jóvenes estaban cursando sus estudios superiores.  El Mayo francés nació en los claustros universitarios en universidades de París y zonas aledañas francesas (luego esta rebelión se manifestará en otros lugares del planeta). Algunas de sus consignas contestarías afirmaban el espíritu de esta rebelión como “Prohibido prohibir” o “La imaginación al poder “. Tomaron las calles haciendo barricadas en franca oposición al gobierno (ya conservador) de Charles De Gaulle (héroe nacional que llevo adelante la Resistencia francesa durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial).  
Uno de los oradores estudiantiles más conocidos, Daniel Cohn-Bendit, unos meses después de terminado el alzamiento publicó un libro con un título revelador: “El izquierdismo, remedio a la enfermedad senil del comunismo”. Con ello parafraseaba e invertía el sentido de una famosa obra de Lenin: “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”. Los defectos, peligros y desviaciones del radicalismo izquierdista que Lenin citará en los primeros años de la Revolución Soviética (1917), eran ahora reivindicados por unos jóvenes desencantados con la burocracia de los partidos comunistas occidentales y el revisionismo del régimen soviético” (cita textual de   Ricardo Ribera). 
Tanto en el occidente capitalista como en el oriente comunista se suscitarán movimientos o aires de cambio dentro de los mismos sistemas cuyos protagonistas serán los jóvenes, portadores contestatarios y críticos de un contexto muy lejos de propiciar el bienestar general. 
A este acontecimiento, del Mayo francés,  se sumarán la Revolución Cultural China 
(impondrá el maoísmo en su forma más autoritaria), la ofensiva  del Tet que dará un revés a los norteamericanos en la Guerra de  Vietnam, el movimiento hippie y sus proclamas pacifistas, la masacre de Tlatelolco (movimiento de reforma universitaria), la Primavera de Praga (tras la cortina de hierro), la conferencia episcopal de Medellín y su “opción preferencial por los pobres” (en Colombia) y finalmente, su corolario la invención de Internet. 
No son acontecimientos aislados, aún hoy en día siguen manifestándose en el mundo con otros rostros u otras instituciones, otros actores;  sin embargo sus acciones siguen marcando un acontecer histórico donde se dirimen cuestiones de poder y necesidades básicas insatisfechas para un gran colectivo de la humanidad. Dichas acciones pueden conciliarse cuando hay una voluntad general que propicie el “bien común” a través de los Derechos Humanos.  Estar atentos a los reclamos legítimos de referentes sociales es una impronta a tener en cuenta de parte de nuestros gobernantes. La desigualdad social genera una división innecesaria entre las personas y esas manifestaciones fueron claras en el histórico año de 1968. Aprendamos de lo sucedido, ese es el legado al qué no debemos renunciar. 


Fuente:
Ricardo Ribera, El Año histórico de 1968


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