El àrbol de Navidad y ârboles sin fronteras....
Los primeros cristianos que llegaron a Europa, al descubrir que los bárbaros celebraban el cumpleaños de uno de sus dioses, adornando un árbol perenne, en la fecha próxima a la Navidad, tomaron progresivamente la idea del árbol cambiándole totalmente el significado.
San Bonifacio fue, también en Alemania, el primero en plantar un pino como símbolo del amor perenne de Dios. Según cuenta la tradición, lo adornó con manzanas para simbolizar el pecado original y con velas para representar luz del mundo.
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Estás y otras historias se pueden encontrar en internet sobre el árbol navideño. No es para menos que el àrbol genere en nos esa idea de reunión o símbolo de encuentro. Buscamos cobijo bajo la sombre de un árbol, al lado de ellos nos sentimos oxigenados, nuestras ciudades se ven más bellas si están parquizadas, etc.
En la antigüedad era sìmbolo de la morada de dioses y se le otorgaban poderes mágicos (que sostenìa el mundo, Ygdrasil en la tradiciòn nórdica). Sus virtudes son muchísimas:
"Los bosques son la base de muchos sistemas naturales que ayudan a conservar el suelo y el agua, previenen avalanchas, impiden la desertificación, protegen las zonas costeras y estabilizan las dunas de arena. En ellos se encuentra el 90% de las especies terrestres conocidas y son de gran importancia para las comunidades aledañas.
Es con esta información en mente y ante el avance continuo de la deforestación que surgió en el 2010 la Organización No Gubernamental Árboles Sin Fronteras. Su objetivo: alcanzar los 100.000 árboles autóctonos plantados en Argentina y, gracias al trabajo de los voluntarios, poco a poco se acerca a lograrlo".
Rescatemos en estas fiestas la importancia del àrbol para nuestra subsistencia y la de nuestra posteridad...
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