CINE

Caballo de guerra
Juan Orellana
Caballo de guerra es la adaptación de una novela que escribió Michael
Morpugo en 1982 y que luego conoció una versión teatral de Nick Stafford
en 2007. De ambas obras han bebido Steven Spielberg y sus guionistas
Lee Hall y Richard Curtis para llevar esta historia de un caballo, Joey,
y de sus sucesivos dueños, con sus dramas personales y familiares.
 Joey nace en una aldea de Devon,
y enseguida se encapricha de él
el joven Albert Narracott, el hijo
de unos granjeros, Ted y Rose.
Le cuida y le educa hasta que llega
la Gran Guerra, y el caballo es
reclutado por el Ejército, que se
dispone a cruzar el Canal para
combatir a los soldados del Kaiser
en tierras francesas. Así, Joey
cambia de manos y pasa a ser
de un oficial honesto que le promete
a Albert que se lo devolverá,...
si sobrevive para hacerlo. El caballo irá de mano en mano hasta un final apoteósico,
que debe desvelarse en la sala de proyección.
Caballo de batalla conjuga defectos y virtudes. Las virtudes se refieren a la forma
y al fondo. Spielberg rueda magníficamente y consigue imágenes portentosas.
La fotografía de Janusz Kaminski es asombrosa, así como la dirección artística.
Spielberg dirige con fuerza a los actores, entre los que destacan Emily Watson,
Celine Buckens, Niels Arestrup o Peter Mullan. Como siempre en Spielberg,
bajo el guión existe un convencimiento antropológico positivo. La mayoría de
los personajes hacen gala de una humanidad y nobleza a prueba de bombas.
Las mujeres que aparecen son fuertes, valientes e insobornables. La película
ensalza con emotividad las relaciones familiares, la capacidad de sacrificio,
el heroísmo en la guerra y también una cierta religiosidad, cuatro temas
vertebrales de los clásicos americanos.

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