MUSICA
"Eleven eleven", tributo de
Dave Alvin a sus raíces
Enrique Chuvieco
El contraste tan acusado entre la voz limpia de barítono
y el grosor de las eléctricas manipuladas y la percusión rítmica
del cuatro por cuatro dice mucho del oficio de quien maneja el cotarro.
Y quien maneja el cotarro es Dave Alvin (1955) una especie de
velocirraptor del rock, del country y del R&B que con Eleven Eleven,
coloca las cosas en su sitio para exhibir unos galones, que sólo unos
simplones atrevidos podrían negar su autoridad.
Autoridad y liderazgo. Se lo ha ganado Alvin desde que allá por 1979
fundara con su hermano Phil, The Blasters, que llegaron a ser referencia
del blues y rock and roll en la costa Oeste de EE.UU, donde competían
-más bien habría que decir que tomaban el testigo- de la Credence Clearwater
Revival (aquel grupo que rezumaba empatía y exuberancia rockera
en nuestra adolescencia). Antes de aquello, Dave estuvo muchas horas
tragando alcohol y atiborrándose de música con su hermano and friends en los
tugurios que luego ha narrado con su nihilismo brutal el autor de L.A.
Confidencial, James Ellroy.
Ese compendio de ritmos y sonidos telúricos de la patria de Dave tiene su
expresión en su elepéPublic Domein (Canciones de una tierra salvaje),
con el que ganó un Grammy en el año 2000, y continúa en buena parte
de los temas de Eleven Eleven. El machacón rock and roll Harlan county line,
con el que abre su último trabajo, nos sitúa en la estela de Little Richard;
de igual forma que en What's up with your brother oIndiana, 1959 nos cuela
en el escenario a Muddy Watters y a buena parte de los procaces y adictos
"bluesman", que, guitarra en bandolera, se encaramaban de polizones en los
trenes apartándose del indigno Sur, para ejercer un sucedáneo de libertad
que les era vilmente negada.
Pero Dave era blanco y no sufría aquellos atropellos. Le espoleaba su inquietud
-¿su deseo? - que le llevó por otros derroteros (ha hecho versiones de Marie,
Marie desde folk hasta casi punk). Se asoció a varios grupos tras dejar
The Blasters, desgranando así por buena parte de las raíces musicales de los
Estados Unidos y de sus nuevos retoños, muchos de ellos híbridos, como el punk
country de The Pleasure Barons, en el que, junto con Dave, completaban el trío
el reverendo Mojo Nixon y Country Dick Montana.
Tras una grave enfermedad, el hombre de la voz atildada comenzó en 1987
su carrera en solitario hasta completar su decimocuarto disco de estudio
con Eleven Eleven, donde ha recorrido las distintas venas que forman el
compendio musical de su nación, pero no por ello dejó de juntarse puntualmente
con otras formaciones y notables, como Ramblin' Jack Elliott, Little Milton,
Katy Moffatt, and Syd Straw.
A sus 57 años, Dave Alvin continúa entonando con su limpia voz a lo Johnny
Cash los buenos y genuinos sonidos de la mezcolanza de razas y procedencias
del Oeste americano. Eleven Eleven es una buena muestra de ello.
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