Foco agosto 2011: San Martìn y la empresa educativa

Foco Agosto 2011- San martín y la empresa educativa





Los meses de mayo, junio, julio y agosto son claves para entender nuestra emancipación. Por ende han sido previamente esbozados en las pueblas anteriores. En nuestra anterior edición  la profesora Silvia Benitez, en su nota sobre el 9 de julio, nos mostró  una mirada sobre la naturaleza humana libre pero “no emancipada” que despierta otros interrogantes desde el pasado para replantear un presente. Y es común que esto de nuestro pasado vuelva a nuestra vida en cuanto participamos de algún acto escolar  o en las plazas de los pueblos o a través de los medios de comunicación en los actos oficiales frente a hechos que forman nuestro acervo cultural. Los sentidos que se le otorgan se modifican en función del contexto. No por eso nos deja de sorprender su legado.

En las actuales circunstancias cotidianas frente a un horizonte difuso hacer una reflexión no nos viene nada mal. Pensaba en los niños, en los chicos, en los jóvenes, ese universo contestatario y rebelde que nos interpela. Nos muestra como somos  o nuestras limitaciones muy descarnadamente, sin censura. Algunos adultos han huido del lugar de referentes por miedo a ver esa caricatura de nosotros mismos (y que nos merecemos).  De esta situación no fue ajeno nuestro libertador. San Martín,  además de su rol en la historia argentina, fue esposo y padre. Su hija Mercedes nació un 24 de Agosto de 1816… (y un dato que no sabía) algunos plantean hacer de esa fecha el día del padre argentino.  
Mientras estaba de campaña militar ella queda con su madre en Buenos Aires,  y luego al cuidado de sus abuelos.  Cuando su padre se exilia en Francia la lleva consigo  y la educa en ciertos valores que quedaron esbozados en las máximas a su hija Mercedes. Son 11.  
No son indicaciones extensas. Algunas fuentes consultadas sostienen que la pequeña, debido a la temprana muerte de su madre, fue educada por sus abuelos  y su padre se encontró con una niña “malcriada”. Las mismas fuentes atribuyen a las máximas el carácter de ser “disciplinarias” pero prefiero sostener un camino educativo.   Es muy probable que luego de tantos años debieran reeducarse ambos, el uno con el otro, ser padre e hija primeramente. Imagino, como nos sucede a todos los adultos de la Tierra,  esta es una campaña humanamente imprevisible. Conocemos de donde venimos pero con los hijos no sabemos donde llegamos. Nadie nació siendo padre/madre. Aprendimos cómo hijos y uno llega a la conclusión que hace lo que puede.
Las máximas encierran aún una sabiduría paterna no lejana, no extraña, sino deseable para nuestras generaciones futuras. Humanizar el carácter hasta con los insectos, el amor a la verdad y el odio a la mentira, confianza y amistad con respeto, la caridad con los pobres, el respeto por la propiedad ajena, guardar un secreto, sentimientos e indulgencia para con todas las religiones, dulzura con criados, pobres y viejos, hablar poco y preciso (lograr eso en una mujer, ¡un verdadero milagro!), la formalidad en la mesa, el aseo y el desprecio al lujo, y el amor a la patria y a la libertad. Cada una de estas indicaciones comienzan con “inspirar, estimular, acostumbrar, etc.” dirigidas a un adulto quien debe de acompañar en este camino educativo.
Quizás en San Martín encontremos ese punto al que hacía referencia Silvia. La educación en la emancipación, a la cual le otorgó suprema importancia, sea el más fuerte legado que nos ha dejado. Una de las prerrogativas que buscan nuestros jóvenes con tanta insistencia.

Prof Mariana Thomsen

Puebla Revista, agosto 2011. 

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