El sufragio femenino...un poco de Historia

Cuando en 1912 se sancionó la ley Sáenz Peña, grupos de mujeres se animaron a reclamar su incorporación en la toma de decisiones que afectaban a la sociedad. Los reclamos para incorporarse a la participación política incluían un cambio en el status de la mujer, considerada como menor de edad y bajo la eterna tutela del padre o marido, establecido por nuestro Código Civil en 1869. 

Había un consenso en torno al rol maternal de la mujer y que a través de este rol la mujer ejercía una faceta política en la educación de los futuros ciudadanos. Sin embargo, desde principios de siglo las mujeres buscaban explicaciones sociales a sus desventajas y reclaman derechos civiles, leyes de protección laboral y abolición de la prostitución. 

Las primeras mujeres en ejercer sus derechos políticos vivían en Nueva Zelanda, Australia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia y Alemania a partir de 1918. En América latina, Uruguay fue el primer país en otorgarlos en 1932. Por entonces, en nuestro país circulaban varios proyectos para extender la ciudadanía a las mujeres. En Buenos Aires de 1916, el diputado Francisco Correa propuso integrar al padrón municipal a viudas y solteras. El socialista Enrique del Valle Iberlucea planteó en la cámara de diputados, en 1918, la completa emancipación civil que incorporaba el divorcio. En 1922 el diputado Furgón expresó en un proyecto el voto censitario para las mujeres basado en su nivel educativo. Hacia 1929 Mario Bravo presentó un proyecto que pretendía la igualdad de derechos, aunque nunca fue tratado por el Parlamento. Tres años más tarde se creó una comisión interparlamentaria para tratar los proyectos de sufragio femenino; la Cámara de Diputados le otorgó media sanción pero no se logró la sanción definitiva de la ley.

En 1920 en Buenos Aires, se produce un simulacro de elecciones en que las mujeres intervienen como electores y candidatas. Participan en él Alicia Moureau, en representación del Partido Socialista, Elvira Rawson, que tiene un apoyo de un sector de la UCR y Julieta Lanteri, que se presenta independientemente de una estructura partidaria reconocida y su propuesta se basa en el reconocimiento de los derechos civiles y políticos, la igualdad entre hijos legítimos e ilegítimos, la sanción de la ley de divorcio, el reconocimiento de la madre como funcionaria del Estado, la protección de las mujeres en el mercado laboral remarcando a igualdad de tareas la igualdad de pago. En el acto participaron 4000 mujeres y Alicia Moreau consiguió la mayor cantidad de sufragios seguida por Julieta Lanteri. 

En los años treinta se realizan una serie de modificaciones en la legislación sobre la mujer que incluyeron algunos derechos laborales pero la más importante es la ley Nº 11.357 de 1926 que equipara a la mujer jurídicamente con el varón, sin embargo, no deja de ser una reforma parcial. Años más tarde el presidente Justo eleva un proyecto de ley para volver al status de minoridad de la mujer. Entonces las protestas femeninas no se hicieron esperar, Ana Rosa Schilieper encabezó la Unión de Mujeres Argentinas, donde participaron Victoria Ocampo y María Rosa Oliver, para poner freno a las intenciones de volver atrás las exiguas libertades obtenidas hasta entonces.

Luego de 1930, luego del golpe e instalado el gobierno conservador, los debates políticos en este sentido tenían dos argumentos. Por un lado, el reformismo conservador, que proponía el voto restringido y optativo defendido por el oficialismo y la igualdad de condiciones y el voto obligatorio que defendía el socialismo. 

Los conservadores, apoyados por la jerarquía eclesiástica y la fracción nacional de las Fuerzas Armadas defendió la ideología de la domesticidad de la mujer con estos argumentos: “debido a su especificidad orgánica la mujer es más frágil, emotiva y necesita la protección del hombre. Por ser emotiva y sensible puede sufrir la influencia de un orador locuaz… [por lo tanto] no es apta para la política ya que esta subordinada al sentimiento que puedan inspirarle”. Consideraban que se debía respetar y preservar la jerarquía familiar bajo el poder del varón. El voto obligatorio vendría a alterar la natural división sexual del trabajo y orden familiar. El Estado debería amparar el derecho del hombre a mantener su autoridad doméstica. La ideología conservadora también veía en el movimiento feminista, que era de origen anarquista y/o socialista, una amenaza conflictiva y extranjerizante. Los socialistas defendieron la igualdad jurídica de sexos en lo intelectual, educacional y laboral. Proponían que el Estado legislara sobre las libertades de la mujer en el ámbito privado. Reconoció al movimiento femenino como el promotor del voto femenino. Es decir, se reconocía el voto femenino como una conquista de las mujeres y no como una concesión. También veían en el voto una función educadora, inculcaría virtud cívica a las mujeres, por esa razón era necesaria su obligatoriedad. 

El 21 de agosto de 1946 se aprobó el proyecto en Senadores enviado por el gobierno peronista. Pasó todavía más de un año y la intervención de Eva Perón para que el 23 de setiembre de 1947 se aprobara por fin la ley que establecía el sufragio femenino. Con esta norma, el gobierno capitalizó la lucha de medio siglo de mujeres por acceso al voto. Millones de mujeres pudieron elegir por primera vez presidente en noviembre de 1951, lo que significó un momento de integración de género y de incorporación social a la vida política argentina.

Fuente foto: http://antoncastro.blogia.com/2009/febrero.php

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