La antesala del día 25 de Mayo de 1810
El 23 de mayo había finalizado con todo a favor de Cisneros y del Cabildo, sin que el pueblo se diese cuenta de lo que tramaban, que era la continuación del ex virrey.
Ya en la mañana del 24 de mayo el Cabildo volvió a reunirse y Leyva expuso todo lo que había tramado durante la noche. La junta que conformarían sería presidida por Cisneros como vocal presidente. Los vocales que lo acompañarían serían Juan Nepomuceno de Sola, cura rector de la parroquia de Montserrat; Juan José Castelli, revolucionario en reemplazo de Belgrano que había rechazado formar parte, Cornelio Saavedra como comandante de los patricios y José Santos Incháurregui, comerciante español.
Esta era exactamente la misma fórmula que en el cabildo abierto del 22 de mayo había perdido por 155 votos contra 69. Y la junta, también contra lo que se había votado, era provisional hasta que se pudieran reunir los diputados de las provincias.
Para estar seguros que tienen el apoyo del ejército, convocan a los comandantes para que opinen sobre la nueva junta que han elegido. Todos apoyan la elección del Cabildo, menos Saavedra que pide se lo sustituya por algún integrante del cabildo. Pero no hubo oposición, a pesar de que todos los comandantes habían votado en contrario hacía dos días.
A las tres de la tarde se realizó la ceremonia de juramento. Cisneros dio un pequeño discurso, y fueron todos luego hacia el Fuerte (hoy la casa Rosada). Los acompañó un repique de campanas y de salvas de artillería. Se saludaba con todos los lujos a una junta que nadie quería.
La gente no estaba conforme con que Cisneros siguiese a cargo del gobierno. Los revolucionarios volvieron a reunirse en la casa de Nicolás Rodríguez Peña y en el cuartel de patricios también los griteríos eran grandes.
Tanto era el descontento por toda la ciudad, que la junta terminó por renunciar a las 20 horas, y la envió al Cabildo. Los cabildantes no esperaban para nada algo así, y dijeron que tomarían en consideración la renuncia al día siguiente.
Así empezó la Revolución de Mayo. Los criollos revolucionarios dejaron de ser tímidos, y de ir por las vías correctas solicitando renuncias, y demás. Decidieron que había que tomar acción. Buenos Aires era una reunión revolucionaria gigante, se podría decir, ya que en cada café, en cada esquina y en cada hogar, habían reuniones discutiendo qué hacer.
Domingo French y Antonio Beruti, al mando de la juventud de la ciudad, hizo desbordar la plaza de gente enfervorizada.
La élite, los jóvenes de clase alta, se reunían en lo de Rodríguez Peña allí ya comienza a participar uno que tendría mucho que ver con la revolución, Mariano Moreno. Este último, junto con Matías Irigoyen y Feliciano Chiclana, calmaron a la gente de la plaza y de los cuarteles.
A las 12 de la noche de ese 24 de mayo una delegación de los revolucionarios acudió a la casa de Leyva. Al parecer el síndico ya estaba en su cama y saltó del susto ante los golpes a su ventana. Allí los revolucionarios lo intimaron a convocar un nuevo cabildo abierto. Leyva se negaba, pero terminó aceptando.
También le dieron a Leyva la junta que ellos querían que se erigiese en el cabildo abierto que se haría al día siguiente, 25 de mayo. Esa misma junta, con una lista de revolucionarios, ya estaba circulando por la ciudad juntando firmas que la apoyasen, y al parecer todos la aceptaban con júbilo.
Se cree que esta representación o lista de integrantes para la junta es inspiración de Beruti, y tal vez también de French. Incluía a Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea como vocales, y Juan José Paso y Mariano Moreno como secretarios.
Los acontecimientos no terminan en la noche del 24 de mayo y todos se van a dormir, continúan hacia la madrugada del 25 de mayo, en que ya estaba la Recova de la Plaza ocupada por el pueblo.
Imagen:
Del Archivo General de La Nación
25 de Mayo Día de la Patria.
Documento Fotográfico. Daguerrotipo Colección Witcomb. Inventario 1.